jueves, 28 de junio de 2012

Educación Superior


No es posible hacer un análisis de la educación superior  en  Venezuela  sin  antes profundizar sobre su evolución  con el paso del tiempo. Se podría comenzar  diciendo que en las últimas décadas; se concebía como un conjunto de instituciones que laboraban aisladas una de las otras, prescindiendo de directrices  para unificar su función como tal. En  los noventas se destacaba  por un lado  el poder mas que el saber; mientras que por el otro, las elecciones de las autoridades donde prevalecía la política, la organización de los gremios, los sindicatos  así como el clientelismo y no criterios bien definidos que estuvieran cónsono con el papel a ejercer en cada uno de los cargos que debían asumir los profesores, según su nivel académico. Es importante acotar que en momentos, dicho poder residía en los estudiantes, sobre todo en los setenta y ochenta, pero finalizando los noventas hasta la actualidad el poder esta  al servicio de los profesores y gremios.
     En este sentido la educación superior se fue  construyendo con elementos que no responden a la verdadera realidad venezolana, lo que ha traído como consecuencia un deterioro en la calidad de preparación del capital humano. Sin embargo a principio del siglo XXI, este nivel educativo sufre  cambios significativos, donde procura hacer un replanteamiento en cuanto a la forma de dirigir, controlar, regular, evaluar y enseñar; pretendiendo con ello, mejorar la calidad de preparación de los futuros educadores a nivel universitario.
     Desde esta perspectiva, la educación superior venezolana cumple con funciones especificas denominadas operatividad constitucional, orientada hacia la búsqueda de la verdad y el afianzamiento de  los valores en el hombre para así poder egresar a los verdaderos docentes universitarios  capaces de propiciar en el futuro educador, las herramientas necesarias que le van a permitir ser la persona indicada de preparar al hombre del mañana. En otras palabras, su función principal es formar y capacitar recursos humanos a corto, mediano y largo plazo que demanden las oportunidades reales para alcanzar  el desarrollo y progreso del país; aunque, por definirse como una institución autónoma pueda que en algunos casos no coincida con las prioridades que tenga la sociedad  en un momento determinado por razones ideológicas.
     Por otro lado, conviene resaltar  las implicaciones que reviste la educación superior, puesto que no solamente funge como actividad académica sino que también es una parte importante del  área económica de los servicios, donde  generalmente  las ideologías políticas son las protagonista de  los espacios que compone la estructura organizacional de las instituciones.
     Ahora bien, haciendo referencia a la calidad de la educación superior venezolana, esta debe ser garantizada por el estado; no obstante, ella se da en la medida que los docentes universitarios son preparados en sus estudios posteriores y de la calidad de enseñanza que recibe por parte de sus profesores. Dicho de otro modo dilucidar acerca de este tema implica hacerlo en dos contextos, el primero  intenta determinar criterios que conlleven a medir la calidad del capital humano que se va a formar y el segundo define las necesidades y demandas que se supone una educación de calidad satisface en lo histórico y socialmente hablando  un país. Se parte de entender que la educación es una acción social que enseña y produce transformaciones en el sujeto que la recibe, las cuales son asumidas  como un aumento cualitativo y cuantitativo de los “saberes” previos de los sujetos, mediante el desarrollo y adquisición de competencias para resolver problemas.
     De igual manera la educación superior acuña los conceptos de relevancia, pertinencia y eficiencia, donde la relevancia se articula con las necesidades sociales y sus cambios procurando un tipo de educación adecuada que satisfaga las mismas. En cuanto a la pertinencia se fusiona con la coherencia de los objetivos  y las situaciones de aprendizaje, haciendo énfasis a la adecuación de los niveles  evolutivos y culturales de los  sujetos educados; mientras que la eficiencia, es asociada  a la racionalidad económica y administrativa, así como al óptimo empleo de los recursos disponibles de medios y fines. Otro aspecto a resaltar en la educación superior es la incorporación de la investigación, la cual supone un doble propósito: mejorar  la calidad académica global, por la vía de la auto-evaluación institucional, en la cual la universidad se investiga a sí misma; y  crear nuevos conocimientos que serán enseñados, divulgados o utilizados en la resolución de problemas de las propias instituciones o de otros sectores de la sociedad.
     Desde este marco referencial ,la educación es tan amplia y compleja como la cultura, ambas son el resultado de la construcción social, consideradas base para las futuras transformaciones, exigidas por las naciones progresistas a las cuales se han acostumbrado los individuos desde hace mucho tiempo, como resultado de la globalización; por lo que se le otorga a  una relación estrecha con la adquisición de conocimientos y habilidades, con el desarrollo de valores, actitudes, aspiraciones y expectativas de sus individuos.
     Es importante aludir que la educación superior ha venido respondiendo a la crisis actual que se define como una crisis fundamentalmente humana debido a la presencia de una cultura instrumentalista y deshumanizante, donde la dimensión humana queda subordinada a los criterios de la productividad y eficiencia por la imposición de la razón tecnológica, la tecnificación de los saberes humanistas y el imperio del máximo criterio de la eficacia y rentabilidad.
     El paradigma de la racionalidad instrumental conlleva entonces a la imposición de un modelo tecnocrático de educación basado en los principios de la filosofía empirista y positivista. Sin embargo, actualmente el reto fundamental de la educación es la superación del modelo tecnocrático por la reflexión sobre una concepción humanista que considera al docente como un mediador, descartando posiciones verticalistas, donde el conocimiento es concebido como el resultado de una interacción, de un diálogo entre el sujeto y el objeto como el rasgo definitorio para la trasformación social.
     Lo anterior implica que los retos que tiene la educación superior venezolana para el siglo XXI son aquellos que surjan de las necesidades detectadas en el mundo contemporáneo y globalizado; además de satisfacer las exigencias colectivas de la sociedad, entendiéndolas como la forma de valorización hacia el fortalecimiento de los valores morales y espirituales, la captación de individuos que expresen interés por descubrir nuevas formas de investigación y la selección de docentes comprometidos en su labor formadora y transformadora. Dicha labor debe ser capaz de participar en el establecimiento de políticas efectivas y articular las funciones del sistema educativo a través de la innovación curricular, que promueva el desarrollo de actitudes hacia el conocimiento e investigación, unido a una transformación social más humanista.
     En efecto, este nuevo enfoque de visión integradora del docente, permite analizar un nuevo escenario en la educación, delineado como un lugar privilegiado para buscar cauces que conduzcan a nuevas e interesantes reflexiones, tendientes a redimensionar el papel y la formación del docente, en este contexto de crisis de la educación y en la perspectiva de una educación humanizada, de ahí se plantea la "urgencia" de procesos de reforma e innovación curriculares que toquen la raíz de sus mismos fundamentos. Dicha innovación no sólo viene referida a la consecución de una transparencia en los títulos, sino también en la concreción de la movilidad por parte tanto de estudiantes como de los docentes, y que el enfoque de la formación de los futuros docentes se centre en la adquisición de competencias claves.
     Asimismo, la innovación no puede ser impuesta; hay que desarrollar una cultura para el cambio, una cultura de la superación: mente alerta, crítica y emprendedora. La innovación curricular es considerada como proceso en el cual descansa la búsqueda permanente de cambios transmisores de valores, adaptados a la especificidad del momento político, económico, social, cultural y ecológico, pero cuyo eje constante ha de ser el de la articulación cada vez más profunda de la libertad con la igualdad, y del hombre con la naturaleza.
     En definitiva la educación superior durante el proceso de formación del docente universitario, debe responder a las dinámica de la sociedad y no estar divorciado de ésta; ya que si el objetivo en las organizaciones educativas es lograr la calidad educativa, pues la meta debe corresponde a la integración de las funciones básicas de la institución escolar donde la docencia es considerada el eje epistémico que da valor al resto de las funciones, por consiguiente la docencia en su carácter de mediador reúne las competencias necesarias para integrar las actividades escolares en búsqueda del desarrollo social; esto quiere decir que la enseñanza en las universidades conviene preparase para dar respuestas a los problemas de la sociedad, por ende el proceso de innovación curricular es el producto de un proceso comunitario, interactivo basado en el trabajo disciplinario que sustenta el quehacer académico como dinámica de generación de conocimiento íntimamente relacionado con el entorno y las realidades sociales en un contexto de autonomía institucional. Para ello, el proceso de innovación curricular propicia competencias sólidas ya que promueve altamente el pensamiento crítico y la ciudadanía, el cual contribuye significativamente al desarrollo sostenible de la nación. Las transformaciones en los recintos escolares, en especial en las universidades, están siendo restructuradas como producto de las exigencias sociales al incorporar novedosas formas de integración académica con la intención de fomentar la solidez del conocimiento en su pertinencia social. Los retos del sistema educativo venezolano serán aquellos que busquen superar la deficiencia de sus políticas educativas que cumplen medianamente, con los patrones internacionales mínimos señalados por la UNESCO como indispensables para el progreso personal y nacional. En este sentido, no se restringirá sólo a la incorporación de sus individuos a la escolarización, sino a incorporarlos a una sociedad productiva moderna.
     Finalmente, es preciso indicar que la innovación curricular es de suma importancia para los actores de la comunidad educativa, especialmente para el docente que busca el mejoramiento de la calidad de la educación, que se ha convertido en un reto que se debe asumir como un deber y un compromiso.
PUBLICADO POR: KARELYS CASTILLO

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