No
es posible hacer un análisis de la educación superior en
Venezuela sin antes profundizar sobre su evolución con el paso del tiempo. Se podría
comenzar diciendo que en las últimas décadas;
se concebía como un conjunto de instituciones que laboraban aisladas una de las
otras, prescindiendo de directrices para
unificar su función como tal. En los
noventas se destacaba por un lado el poder mas que el saber; mientras que por el
otro, las elecciones de las autoridades donde prevalecía la política, la
organización de los gremios, los sindicatos
así como el clientelismo y no criterios bien definidos que estuvieran
cónsono con el papel a ejercer en cada uno de los cargos que debían asumir los
profesores, según su nivel académico. Es importante acotar que en momentos,
dicho poder residía en los estudiantes, sobre todo en los setenta y ochenta,
pero finalizando los noventas hasta la actualidad el poder esta al servicio de los profesores y gremios.
En este sentido la educación superior se
fue construyendo con elementos que no
responden a la verdadera realidad venezolana, lo que ha traído como
consecuencia un deterioro en la calidad de preparación del capital humano. Sin
embargo a principio del siglo XXI, este nivel educativo sufre cambios significativos, donde procura hacer un
replanteamiento en cuanto a la forma de dirigir, controlar, regular, evaluar y
enseñar; pretendiendo con ello, mejorar la calidad de preparación de los
futuros educadores a nivel universitario.
Desde esta perspectiva, la educación
superior venezolana cumple con funciones especificas denominadas operatividad
constitucional, orientada hacia la búsqueda de la verdad y el afianzamiento
de los valores en el hombre para así
poder egresar a los verdaderos docentes universitarios capaces de propiciar en el futuro educador,
las herramientas necesarias que le van a permitir ser la persona indicada de
preparar al hombre del mañana. En otras palabras, su función principal es
formar y capacitar recursos humanos a corto, mediano y largo plazo que demanden
las oportunidades reales para alcanzar
el desarrollo y progreso del país; aunque, por definirse como una
institución autónoma pueda que en algunos casos no coincida con las prioridades
que tenga la sociedad en un momento
determinado por razones ideológicas.
Por otro lado, conviene resaltar las implicaciones que reviste la educación
superior, puesto que no solamente funge como actividad académica sino que
también es una parte importante del área
económica de los servicios, donde
generalmente las ideologías
políticas son las protagonista de los
espacios que compone la estructura organizacional de las instituciones.
Ahora bien, haciendo referencia a la
calidad de la educación superior venezolana, esta debe ser garantizada por el estado;
no obstante, ella se da en la medida que los docentes universitarios son
preparados en sus estudios posteriores y de la calidad de enseñanza que recibe
por parte de sus profesores. Dicho de otro modo dilucidar acerca de este tema
implica hacerlo en dos contextos, el primero
intenta determinar criterios que conlleven a medir la calidad del
capital humano que se va a formar y el segundo define las necesidades y
demandas que se supone una educación de calidad satisface en lo histórico y socialmente
hablando un país. Se parte de entender
que la educación es una acción social que enseña y produce transformaciones en
el sujeto que la recibe, las cuales son asumidas como un aumento cualitativo y cuantitativo de
los “saberes” previos de los sujetos, mediante el desarrollo y adquisición de
competencias para resolver problemas.
De igual manera la educación superior
acuña los conceptos de relevancia, pertinencia y eficiencia, donde la
relevancia se articula con las necesidades sociales y sus cambios procurando un
tipo de educación adecuada que satisfaga las mismas. En cuanto a la pertinencia
se fusiona con la coherencia de los objetivos
y las situaciones de aprendizaje, haciendo énfasis a la adecuación de los
niveles evolutivos y culturales de los sujetos educados; mientras que la eficiencia,
es asociada a la racionalidad económica
y administrativa, así como al óptimo empleo de los recursos disponibles de
medios y fines. Otro aspecto a resaltar en la educación superior es la
incorporación de la investigación, la cual supone un doble propósito:
mejorar la calidad académica global, por
la vía de la auto-evaluación institucional, en la cual la universidad se
investiga a sí misma; y crear nuevos
conocimientos que serán enseñados, divulgados o utilizados en la resolución de
problemas de las propias instituciones o de otros sectores de la sociedad.
Desde este marco referencial ,la educación
es tan amplia y compleja como la cultura, ambas son el resultado de la
construcción social, consideradas base para las futuras transformaciones,
exigidas por las naciones progresistas a las cuales se han acostumbrado los
individuos desde hace mucho tiempo, como resultado de la globalización; por lo
que se le otorga a una relación estrecha
con la adquisición de conocimientos y habilidades, con el desarrollo de
valores, actitudes, aspiraciones y expectativas de sus individuos.
Es importante aludir que la educación
superior ha venido respondiendo a la crisis actual que se define como una
crisis fundamentalmente humana debido a la presencia de una cultura
instrumentalista y deshumanizante, donde la dimensión humana queda subordinada
a los criterios de la productividad y eficiencia por la imposición de la razón
tecnológica, la tecnificación de los saberes humanistas y el imperio del máximo
criterio de la eficacia y rentabilidad.
El paradigma de la racionalidad
instrumental conlleva entonces a la imposición de un modelo tecnocrático de
educación basado en los principios de la filosofía empirista y positivista. Sin
embargo, actualmente el reto fundamental de la educación es la superación del
modelo tecnocrático por la reflexión sobre una concepción humanista que
considera al docente como un mediador, descartando posiciones verticalistas,
donde el conocimiento es concebido como el resultado de una interacción, de un
diálogo entre el sujeto y el objeto como el rasgo definitorio para la
trasformación social.
Lo anterior implica que los retos que
tiene la educación superior venezolana para el siglo XXI son aquellos que
surjan de las necesidades detectadas en el mundo contemporáneo y globalizado;
además de satisfacer las exigencias colectivas de la sociedad, entendiéndolas
como la forma de valorización hacia el fortalecimiento de los valores morales y
espirituales, la captación de individuos que expresen interés por descubrir
nuevas formas de investigación y la selección de docentes comprometidos en su
labor formadora y transformadora. Dicha labor debe ser capaz de participar en
el establecimiento de políticas efectivas y articular las funciones del sistema
educativo a través de la innovación curricular, que promueva el desarrollo de
actitudes hacia el conocimiento e investigación, unido a una transformación
social más humanista.
En efecto, este nuevo enfoque de visión
integradora del docente, permite analizar un nuevo escenario en la educación,
delineado como un lugar privilegiado para buscar cauces que conduzcan a nuevas
e interesantes reflexiones, tendientes a redimensionar el papel y la formación
del docente, en este contexto de crisis de la educación y en la perspectiva de
una educación humanizada, de ahí se plantea la "urgencia" de procesos
de reforma e innovación curriculares que toquen la raíz de sus mismos
fundamentos. Dicha innovación no sólo viene referida a la consecución de una
transparencia en los títulos, sino también en la concreción de la movilidad por
parte tanto de estudiantes como de los docentes, y que el enfoque de la
formación de los futuros docentes se centre en la adquisición de competencias
claves.
Asimismo, la innovación no puede ser
impuesta; hay que desarrollar una cultura para el cambio, una cultura de la
superación: mente alerta, crítica y emprendedora. La innovación curricular es
considerada como proceso en el cual descansa la búsqueda permanente de cambios
transmisores de valores, adaptados a la especificidad del momento político,
económico, social, cultural y ecológico, pero cuyo eje constante ha de ser el
de la articulación cada vez más profunda de la libertad con la igualdad, y del
hombre con la naturaleza.
En definitiva la educación superior
durante el proceso de formación del docente universitario, debe responder a las
dinámica de la sociedad y no estar divorciado de ésta; ya que si el objetivo en
las organizaciones educativas es lograr la calidad educativa, pues la meta debe
corresponde a la integración de las funciones básicas de la institución escolar
donde la docencia es considerada el eje epistémico que da valor al resto de las
funciones, por consiguiente la docencia en su carácter de mediador reúne las
competencias necesarias para integrar las actividades escolares en búsqueda del
desarrollo social; esto quiere decir que la enseñanza en las universidades
conviene preparase para dar respuestas a los problemas de la sociedad, por ende
el proceso de innovación curricular es el producto de un proceso comunitario,
interactivo basado en el trabajo disciplinario que sustenta el quehacer
académico como dinámica de generación de conocimiento íntimamente relacionado
con el entorno y las realidades sociales en un contexto de autonomía
institucional. Para ello, el proceso de innovación curricular propicia
competencias sólidas ya que promueve altamente el pensamiento crítico y la
ciudadanía, el cual contribuye significativamente al desarrollo sostenible de
la nación. Las transformaciones en los recintos escolares, en especial en las
universidades, están siendo restructuradas como producto de las exigencias
sociales al incorporar novedosas formas de integración académica con la intención
de fomentar la solidez del conocimiento en su pertinencia social. Los retos del
sistema educativo venezolano serán aquellos que busquen superar la deficiencia
de sus políticas educativas que cumplen medianamente, con los patrones
internacionales mínimos señalados por la UNESCO como indispensables para el
progreso personal y nacional. En este sentido, no se restringirá sólo a la
incorporación de sus individuos a la escolarización, sino a incorporarlos a una
sociedad productiva moderna.
Finalmente, es preciso indicar que la
innovación curricular es de suma importancia para los actores de la comunidad
educativa, especialmente para el docente que busca el mejoramiento de la
calidad de la educación, que se ha convertido en un reto que se debe asumir
como un deber y un compromiso.
PUBLICADO POR: KARELYS CASTILLO
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